

¡Más de 100 años a vapor!
¡Bienvenido a bordo!
Siéntate y prepárate para disfrutar como un pasajero más del Tren de la Sabana; será un viaje corto pero, único no solo por Bogotá y sus alrededores, sino también por la historia y esos datos únicos que solo nos los puede dar 100 años a vapor.
Recomendaciones antes de partir: no distraerse, no contestar chats y siempre tener a la mano un Gala o unas Achiras, que mejor que disfrutar de la tradición… con tradición. Mientras nuestro tren empieza a tomar su velocidad rumbo a Bogotá, no está de más mencionar que usted se encuentra en un vehículo con 102 años de creado, sus vías son 30 o 40 años más viejas pero su pulmón sigue intacto.
A su derecha, podrá encontrar a William Lidstone, creador de la Estación de la Sabana en 1917, el primer punto central donde empezaría a conectar nuestro tren con diferentes puntos de la capital.
En nuestro camino, nos detendremos varias veces, en esta oportunidad estamos cerca a Cajicá para recoger a estudiantes que se desplazan hacia la capital, porque nuestra historia ahora será también contada por jóvenes que valoran y aman viajar con nosotros.
Bueno, seguimos avanzando. En los años del 50 se crearían varias estaciones dentro de Bogotá: Chapinero, Calle 100, Usaquén, Fontibón y Bosa; hoy lastimosamente haremos parada solamente en una de ellas, pero la única que guarda en sus muros muchísimas anécdotas, imagínense cuántos presidentes, estrellas o artistas se montaron ahí, donde usted está.
Estamos entrando a Bogotá y es increíble pensar que un tren fue uno de los motivos más fuertes que hizo avanzar a la ciudad, se convirtió en un símbolo de cambio y desde que los rieles atraviesan la ciudad, la capital ha vivido muchísimos cambios en su movilidad, y todo gracias a este tren. Por ejemplo, mire a su izquierda, tenemos articulados, buses o taxis.
Llegamos a nuestro destino: Usaquén. A pesar de tener todos esos años, aún se impone en la sabana y en la ciudad haciendo sonar sus válvulas todos los días, donde extranjeros y propios disfrutan tanto que el recorrido pasa a un segundo plano, su arquitectura, sus sonidos y su gente hacen que no sea un viaje por Bogotá, sino al pasado; similar a Ramo, donde cada mordisco a un ponqué nos lleva a recordar nuestra juventud, esos días de lonchera y que hoy seguimos disfrutando, porque así como el Tren de la Sabana, hay Ramo pa’ rato.
Esperemos les haya gustado este corto pero agradable viaje, donde además de ver un espectacular paisaje, conocimos un poco de este maravilloso tren que nos deja siempre con una cara de ponqué.
SegundoTextoEjemplo